Todos tenemos una estrella dentro. No hay nadie que no la tenga.

Hoy, mientras partía una manzana, recordaba la noche de anoche en la que después de 12 semanas me gradué de La Academia de Mentoras de Dica Velásquez, y veía la imagen del telescopio James Webb, recordé una historia; y hoy te la quiero compartir. Este es un contenido que viene del alma.

Cuando iba en la preparatoria, por azares de la vida, terminé en el grupo estudiantil de alumnos líderes. Era un grupo de 10 alumnos que representaba a más de 100 alumnos de todos los programas que la prepa ofrecía.

Una de nuestras primeras actividades fue viajar a CARNERO, no recuerdo por qué se llamaba así, solo sé que se llamaba así. Era un viaje en dónde se juntaban los líderes estudiantiles de cada campus del sistema Tec 🐑. Ahí aprendíamos diversas actividades para desarrollar el liderazgo entre nosotros y posteriormente con nuestros compañeros.

Para ser sincera, creo que en ese momento capté muy por encima lo que esto significaba. Entre juegos, trabajos en equipo, conferencias con grandes empresarios, fiestas; una de las actividades que más recuerdo fue cuando nos sentaron a todo en un círculo y nos contaron; 𝗹𝗮 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗮́𝗿𝗯𝗼𝗹 𝗱𝗲 𝗺𝗮𝗻𝘇𝗮𝗻𝗮𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗾𝘂𝗲𝗿í𝗮 𝗮𝗹𝗰𝗮𝗻𝘇𝗮𝗿 𝗹𝗮𝘀 𝗲𝘀𝘁𝗿𝗲𝗹𝗹𝗮𝘀, porque quería ser una brillar como una.

Recuerdo, a grandes rasgos iba más o menos así:

El árbol de manzanas que quería ser una estrella

«Érase una vez, un árbol de manzano que soñaba todas las noches con ser una estrella. Le encantaba el brillo que estas emitían. Para ser sinceros no le gustaba ser un manzano, lo que quería ser era una estrella.

Todo el tiempo estaba triste por no ser una. Y así fue creciendo, nunca perdía la oportunidad de saber cómo poder llegar a convertirse en una estrella. Le preguntaba a cada animalito del bosque se le acercaba sobre el misterio de las estrellas y su brillo, iba el conejo, le interrogaba; iba el burro, le cuestionaba, iba la ardilla y lo mismo. Cada uno le contestaba desde su perspectiva

Paso el tiempo, y el manzano se convirtió en un gran árbol que ya tenía frutos. No obstante, este pequeño árbol aún seguía triste por no ser una estrella. Durante el verano, una familia sedienta y con ganas de reposo, se detuvo de bajo del árbol a descansar, y tomar un picnic, la gran sombra que de manzano daba fue de mucha ayuda. Además, una de las manzanas cayó sobre los pies de la hija de la familia.

La niña emocionada se apresuró, tomó una navajita para proceder a comerse la manzana, pero, no sabía como partirla, así que la partió por la mitad. Al partirla y abrirla, se mostró una perfecta estrella en el centro de la fruta. Corrió a mostrarla a su mamá, y decirle, MAMÁ MIRA QUÉ ESTRELLA TAN HERMOSA.»

¿Qué aprendemos de la historia?

La manzana había vivido triste toda la vida sin darse cuenta de que dentro de sí misma guardaba una hermosa estrella que YA BRILLABA y de que, para mostrarla, tenía que abrirse y brindarse a los demás. Y ahí el secreto del liderazgo. No compararse y darse cuenta de lo que cada uno puede aportar, servir e inspirar.

Todos somos líderes, solo hace falta que lo recordemos y lo desarrollemos, pero sobre todo compartamos.

¡GRACIAS ACADEMIA DE MENTORAS, GRACIAS, DICA, MAURO Y ÁNGELA POR RECORDÁRMELO!

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